top of page

SOBRE MÍ

cv imagen.jpg

Patricia María Serra Arroyo

La educación siempre ha sido mi pasión y desde pequeña ya me interesaba por la comunicación y el lenguaje.

A día de hoy, creo sin lugar a dudas en la fuerza de la educación, porque gracias a mi experiencia en el campo he visto cambios y mejoras personales realmente emocionantes y sorprendentes.

Este libro que te presento nace después de ocho años dando clase, gracias a lo cual he conocido gente maravillosa. Nos hemos reído (mucho) y la sintaxis ha servido como nexo entre lo que antes eran dos desconocidos. Dos desconocidos que se predisponían a dar una clase, clase que a veces se interrumpía o culminaba con confidencias o la expresión de desorientaciones vitales o académicas de mi alumnado. Así pues, de estos ocho años lo que recojo no es la sintaxis y todo lo que hemos aprendido mi alumnado y yo de ella, sino todos esos momentos impagables y la firme creencia en los adolescentes. Esas personas de entre doce y dieciocho años que sienten, que tienen sus preocupaciones y sus interesantes opiniones. Esas personas intuitivas que te miran y saben ver perfectamente si crees o no en ellos, si los entiendes o respetas. Esas personas que deben sentir que esperamos cosas de ellos, porque pueden dar más; son personas valiosas que tienen mucho potencial que sacar y disfrutar.

A los profesoras y profesores quisiera transmitir que jamás me cansaré de decir que la educación puede cambiar el mundo. Y que, en mi opinión, aquellas materias que damos no deben dejar de ser el nexo que nos ayude a formar y aprender a respetar a las personas que se supone que aprenden de nosotros. 

Creo que ser profesor o profesora es un privilegio y que, con sus malos momentos y sus dificultades, puede ser la mejor experiencia para una persona con vocación. Si recuerdas a algún profesor o profesora de tu niñez o adolescencia y eres capaz de evocar las palabras que te dijo algún día, seguramente entiendas lo que pretendo decir al respecto de la importancia de la figura del profesorado y la educación. Hagamos del espacio que se nos da para enseñar un lugar donde se ejercite el esfuerzo y la exigencia, pero también el desarrollo personal, el cuidado y el interés por nuestro alumnado, que tiene sus propias luchas y preocupaciones personales.

Y, finalmente, a ti, alumno o alumna, quisiera transmitirte todo mi cariño y mi ánimo; ánimo por mejorar, por saber que vales, por descubrir qué vocación tienes y con qué eres feliz. Te animo a exigirte y a superarte, siempre con cabeza: es la mejor inversión que puedes hacer. Cuidarte a nivel físico y a nivel mental. Disfruta pero no derroches el tiempo ni la juventud, que pasan antes de lo esperado. Si aún no te encuentras, sigue buscando. Yo encontré un camino lleno de felicidad sin esperarlo gracias a una primera clase de sintaxis, así que imagínate si no hay sitios donde encontrar algo que te mueva y te impulse a tu siguiente paso en un camino de felicidad.

Me gustaría terminar con una sentencia que adoro: "lo hicieron porque no sabían que era imposible" (Jean Cocteau).

¡Ánimo!

 

 

bottom of page